miércoles, septiembre 20, 2006

 
AVISO: PARA LEER EL BLOG EN ORDEN CRONOLÓGICO TENÉIS QUE PICAR EN ARCHIVES JULIO 2006, LUEGO EN AGOSTO 2006 Y, FINALMENTE, EN SEPTIEMBRE 2006, Y LEER DE ABAJO ARRIBA. ES UN LÍO, PERO ES ASÍ. LAS FECHAS CORRECTAS SON LAS QUE ESTÁN EN NARANJA (si picáis en una foto la veréis más grande y, si volvéis a picar, más grande todavía)

Lunes 28 de agosto de 2006 (Bangkok - Amsterdam - Madrid - Jerez - Cádiz)


Tras pagar 500 bahts de tasas de aeropuerto y soportar otra cola en el control de inmigración, salimos de Bangkok en dirección Amsterdam, a donde llegamos tras 11 horas de vuelo. Sin incidencias: la cena, el desayuno... Jose pudo dormitar un poco, pero yo, nada de nada.

Así llegamos por la mañana, con el cuerpo de las 2 de la tarde más o menos, pero la hora local marcaba las 8. Tras pasar el transfer, fuimos a comprar quesos holandeses, que ya les habíamos echado el ojo a la ida, y chocolates.

Todo iba bien hasta que fuimos a embarcar rumbo a Madrid, claro, con Iberia. Salimos con el consiguiente retraso, y en otro vuelo distinto, porque el nuestro tenía una avería y subimos en el que en principio iba a Barcelona, y que tenía su salida más tarde.

Ya en Barajas, aún nos quedaban 6 horas para el vuelo a Jerez, así que, nos despedimos de los que quedaban, excepto de Víctor, María y Belén y nos tomamos la penúltima con ellos.

Finalmente, se fueron y, los dos solos, esperamos hasta que volamos, por fin, hasta Jerez. Una vez allí, cogimos un taxi (55 euros) y a casa. No podíamos con nuestra alma. El taxista, muy amable, tenía muchas ganas de charla, pero llevábamos 36 horas de viaje y nos dormíamos en el taxi.

Llegamos a casa a las diez de la noche, hora local, con el cuerpo de las 2 de la mañana. ¡Qué ganas de llegar! Todo estaba genial, aunque con polvo, claro. Las plantas habían crecido muchísimo (gracias Carlos) y nuestra cama estaba diciendo: ¡bienvenidos!

Ni cenar queríamos, así que nos dormimos como benditos. Todavía quedaban unos días para ir a trabajar, así que hubo tiempo para todo: poner la casa en orden, playa, familia...

¡Bonito viaje y el grupo, genial!

FIN

sábado, septiembre 16, 2006

 





Domingo 27 de agosto de 2006 (Phnom Penh - TAILANDIA: Bangkok)

Nos despertaron a las 4:30 para desayunar y nos marchamos de Phom Penh en avión rumbo a Bangkok, útima etapa del viaje.



Aligeramos el equipaje y dejamos en el hotel los productos de aseo y alguna ropa. Temíamos llevar exceso de peso, porque en el mercado de Bangkok, donde pasamos la mayor parte del día queríamos comprar algunas cosas.

Hacía buen tiempo. Conseguimos facturar hasta Madrid. Genial, porque de lo contrario habríamos tenido que dejar en las consignas del aeropuerto de Bangkok las maletas, ya que teníamos todo ese día en la capital tai antes de embarcar rumbo a Amsterdam, de madrugada.

Pagamos 25$ de tasas de salida de Camboya (con la Visa de crédito, la de débito no nos la admitieron). Por fin conseguimos hacer la foto de grupo para el blog y quedamos todos muy guapos. Nos la hizo un policía del aeropuerto.

Al llegar a Bangkok tardamos 1 hora en pasar el control de inmigración. Momento de las primeras despedidas, pues no volvimos todos juntos, sino que una parte del grupo voló hasta Madrid vía Suiza, así en Bangkok fuimos cada uno por su lado. Qué pena.

Gustavo y Fernando estaban malitos, y junto con Tere se quedaron todo el día en el aeropuerto, más tranquilos y fresquitos.

Compartimos taxi con Enrique y Carmen para ir al Mercado de Champuchak; en un mostrador del aeropuerto que ponía "taxi" nos pedían 500 bahts; fuímos a otro y nos pidieron 700; salimos fuera, nos dirigimos a un taxista y nos indicó otro mostrador donde nos cobraban 300; como ya estábamos cansados, aceptamos.

Una vez en el mercado, nos separamos de Enrique y Carmen. Este mercado es el más grande del sudeste asiático, así que estábamos alucinados viendo calles y más calles de puestos con todos los artículos que habíamos visto durante todo el viaje, todo baratísimo.


Comenzamos a perdernos en él, tras sacar dinero de un cajero automático, dispuestos a comprar algunas cosas.

Compramos: una blusa (6$), dos chanclas (2 y 1$), un pañuelo de seda (1$), dos vestidos (2$ cada uno), un quemador de sándalo, muchas varitas de sándalo...


A la hora de comer, en un restaurante cerca de una de las entradas nos sirvieron cervezas camufladas en unas jarritas de cerámica negras como de café, pues en todo el recinto del mercado vendían nada de alcohol.

Tras la comida seguimos paseando. Empezó a llover. Esta vez no nos encontramos con al grupo como en otras ocasiones porque el mercado era inmenso. Eso aumentaba la sensación de despedida. Sólo al final vimos a Carmen y Pilar, cuando ya casi nos íbamos. Por cierto, que de pronto, incomprensiblemente se quedó todo el mundo parado donde estaba, mientras nosotros seguíamos andando. Era porque estaba sonando su himno nacional.

Como a las seis y pico de la tarde estábamos muy cansados y llovía a cántaros, decidimos regresar al aeropuerto, aunque quedaban algunas horas para partir. Cogimos un taxi que nos costó 200 bahts. Volaba por la autopista a 140 km/h (por cierto, el día 28 de Septiembre han cerrado el aeropuerto y han abierto uno nuevo).

Así nos despedimos de Bangkok, y del sudeste asiático, desde el bullicio del mercado a pesar de la intensa lluvia que caía. Ya en el taxi intentamos abarcar las últimas imágenes, tan familiares ya después de un mes, casi. Se entremezclaban sentimientos de tristeza por dejar esta hermosa tierra y a sus gentes, y a la vez alegría por volver a casa y recuperar nuestra cama, nuestras comidas y nuestra vida en general.


Una vez en el aeropuerto empezamos a reencontrarnos con algunos miembros del grupo: Belén y María, Mª Jesús y Chema, incluso con los vascos, y también con Luismi, Chelo y Concha, que iban vía Suiza, y que ya estaban facturando. Nos dió mucha alegría verles, cuando ya pensábamos que no lo haríamos.

Nos refrescamos un poco en un cuarto de baño del aeropuerto, nos cambiamos de ropa, dispuestos a pasar la noche volando y cenamos en un burger. Las últimas horas en Bangkok se hicieron un poco largas, en el aeropuerto. Gastamos los últimos bahts en las tiendas, entre otras cosas en agua y en un linimento que olía como los establecimientos de masajes.

 







Sábado 26 de agosto de 2006 (Phnom Penh)

Renunciamos a la visita programada con el grupo a Takeo. Preferimos pasar la mañana en la ciudad en lugar de ver más templos.

Nos levantamos a las 8 (¡qué tarde!) y, sin embargo, en el desayuno había más surtido. Nos fuimos hasta el Mercado Ruso con Fernando y Tere compartiendo tuk-tuk. Fernando negoció el precio muy bien y pagamos 2$ entre los 4. En el mercado nos separamos de ellos. Compramos un pañuelo de seda y un tuk-tuk precioso (de adorno). Hay muchísima animación en este Mercado, tanto dentro como fuera, aunque dentro se está más fresquito porque fuera te mueres de calor.

Después de un par de horas de ver puestos y comprar algunas cosas, cogimos nosotros solos otro tuk-tuk 1,5$ que nos llevó al Mercado Central, pues estaba un poco lejos. Nos gustó más que el Ruso. El Mercado Central tiene forma de cruz, con una plaza central llena de joyerías y unos techos abovedados altísimos; por fuera está repleto de puestos en los que se vende de todo. El Mercado Ruso es rectangular, con unos pasillos estrechísimos, poca luz y un poco más agobiante. Los dos tenían precios parecidos (depende de tu habilidad para regatear).



Luego, nos fuimos andando (unos 20 minutos) hasta el río acompañados de dos niños que nos pedían insistentemente dinero; como no les dimos se cansaron y se fueron. NUNCA les damos dinero a los niños, para evitar que se conviertan en mendigos y no hagan nada por buscarse la vida con su trabajo, además si consiguen dinero, prefieren eso a ir al colegio. Una vez allí, nos tomamos una cerveza de barril (marca Angkor) en la terraza de un restaurante. Como era pronto para comer, seguimos paseando por allí.

El cielo estaba cubierto pero no llovía, además no hacía mucho calor.

Nos tomamos otra cervecita, esta vez en el FCC, que fue cuartel general de los periodistas extranjeros. Está abierto a todo el mundo y no sólo para periodistas; se inauguró en 1922 para llevar a cabo eventos culturales, reuniones de negocios y fiestas para dignatarios visitantes. Desde allí, en el primer piso y asomados a la terraza del bar había una vista bonita del río (el FCC es uno de los restaurantes más caros de la ciudad).

Comimos en un restaurante al que le habíamos echado el ojo el día anterior, yo langosta por 7,5$ y Jose, pollo con anacardos.

Seguimos paseando por la ribera del río. Rodeamos la ciudad y llegamos hasta un parque precioso, donde había numerosos niños volando sus cometas, lo que le daba un aspecto mágico.

Fuimos a un nuevo supermercado, enorme y lleno de guiris, que estaba muy bien surtido (compramos pasteles de mango), y de nuevo cenamos en casa para acabar con la comida que habíamos traido de Cádiz. En todos los viajes llevamos algunas latas de conserva por si algún día está lloviendo, o el hotel está alejado, o estamos muy cansados, o no nos gusta la comida local.

Al día siguiente nos marchamos de Camboya.

 







Viernes 25 de agosto de 2006 (Phnom Penh)






Este hotel tan bueno nos ofreció un desayuno bastante escaso.

Salimos con el grupo a visitar el Museo Toul Sleng (2$), que es un antiguo colegio que fue transformado en cárcel por los Jemeres Rojos. Esto solía ser la antesala de los campos de exterminio, y por ellos pasaron tanto camboyanos como extranjeros antes de ser ejecutados. Todavía olía a quemado y a muerte, está demasiado reciente. Fui incapaz de filmar nada, pero Jose sí que hizo fotos.

Conservan intactas las aulas transformadas en celdas, y las camas donde mataron a los 12 últimos prisioneros, atados a ellas cuando llegaron los vietnamitas para liberarlos de la opresión jemer. Están enterrados en el jardín del museo. Completa el conjunto la exposición de fotos de algunas víctimas y de algunos autores de este genocidio (entre ellos, Pol Pot).

Un poco descompuestos, nos fuimos a visitar el Palacio Real. La entrada cuesta 3$. Hacer fotos 2$. Cámara de vídeo 5$. Si no quieres usarlas, hay que dejar las cámaras en unas taquillas a la entrada. Como siempre, hace muuuuucho calor. El Palacio Real está bonito, pero a estas alturas no nos impresionamos tanto como al principio. Pasamos de la visita guiada y lo visitamos por nuestra cuenta.

Al terminar, nos fuimos andando hasta el Museo Nacional (Entrada: 2$; Fotos: 1$; Video: 2$; te exigen pagar en dólares, si intentas pagar en riels, la moneda nacional, tienes que pelearte con la taquillera para que te los acepte), que nos pareció aburrido. (Perdón, amantes de las piedras). Quizá estábamos ya un poco cansados, pero preferimos el contacto con la gente, paisajes, gastronomía, costumbres, en fin, lo VIVO. Había niños pidiendo en la puerta del Museo de una forma un poco agresiva.

En autobús llegamos al Wat Phom, símbolo de la ciudad (1$) . Había que subir a pie un poco para llegar, pero no tanto como nos dijeron al principio.

Tras la visita, nos llevaron a la ribera del río (riverside), sitio turístico por excelencia. El grupo se dispersó un poco para que la comida fuese más operativa, aunque coincidimos con Tere, Fernando, Concha y Chelo. Ya no queríamos más comida oriental, así que ante el estupor de Concha, Jose pidió lasaña y yo pizza. Nos costó comer 12$ los dos. Mientras comíamos, vinieron muchos niños a pedirnos dinero, a vendernos periódicos en inglés, a limpiarnos los zapatos, etc.

Recuperamos al grupo y dimos un paseíto muy, pero que muy agradable en barco por el río. Fuimos hasta un pueblo flotante vietnamita, vimos más niños lanzándose al agua desde los árboles, gente lavándose en el río y muchas escenas cotidianas. La sensación definal del viaje se agudizaba por momentos.













Tras el paseo por el río, volvimos al autobús que nos dejó en el Mercado Central, que cerraba las 5, oséa, que llegamos a lo justo, aunque los cientos de puestos que están alrededor del Mercado cierran un poco más tarde.

Después de esta visita, volvimos caminando hasta el hotel. La ciudad es un torbellino de tráfico y gente. Entramos de nuevo en el ciber del día anterior para llamar a España a mi mami.

Compramos cosas en el super y cenamos en el hotel.

El día ha sido muy caluroso.

 

Jueves 24 de agosto de 2006 (Kampong Cham - Phnom Penh)

Tras desayunar, nos fuimos a dar una vuelta hasta que llegara la hora de partir de Kampong Cham, o sea las 12. La verdad es que también nos podíamos haber marchado de allí a las 10, pero en fin, allá íbamos.

Lo más interesante de esta ciudad es ver los ca
mpos de arroz que hay en sus alrededores y contemplar la vida agraria de los nativos; para ello hay que alquilar una moto con o sin conductor o un tuk-tuk. Como de las motos no nos fiábamos, intentamos buscar un tuk-tuk pero, increiblemente, ¡no encontramos ninguno!, así que nos fuímos a pasear por la ciudad.

Fuímos caminando por la ribera del Mekong y llegamos a un poblado flotante vietnamita. A Jose le encanta fotografiar estas escenas cotidianas. Todo el mundo nos miraba, éramos los únicos occidentales por allí. Los niños, como siempre, salían corriendo hasta nosotros y nos saludaban con sus manitas todo el rato gritando el habitual "Hello"!!! y sonriendo de oreja a oreja cuando les hacíamos una foto.

Cuando íbamos por el centro, vimos venir a varios coches y a una furgoneta, con altavoces que sonaban muy alto. Parecía una campaña electoral, pero era... ¡un entierro! En la furgoneta donde iba el féretro iban también algunos familiares, muy apretados. En el coche de atrás alguien filmaba todo el entierro con una cámara de vídeo.

Hacía tantísimo calor que antes de la hora nos volvimos al hotel, encendimos el aire acondicionado y descansamos un ratito. Más fresquitos por fuera, salimos a refrescarnos por dentro, y nos tomamos una cerveza en el bar que estaba junto al hotel y, estando allí, se nos acercó un conductor de tuk-tuk para ofrecernos sus servicios (a buenas horas, mangas verdes); por cierto, en la parte trasera del tuk-tuk había escrito que hablaba inglés y francés y que estaba recomendado por la "Lonely Planet".

Al rato, se unieron a nosotros Víctor, Carmen y Pilar y, a la hora prevista, partimos rumbo a Phom Penh. Lástima, ya empezábamos a notar la sensación de que el viaje se acababa.

El paisaje por el camino estaba plagado de cocoteros y arrozales, con mucha gente trabajando en ellos.

Llegamos a Phom Penh a las 14:30 y se puso a llover, aunque escampó enseguida; el guía camboyano (muy bueno), Prust, se despide de nosotros y nos presentan al guía de Phnom Penh. Víctor nos anuncia que no podremos ir a los Killing Fields o "Campos del silencio" porque la carretera está inundada. Estos son los campos de exterminio donde los Jemeres rojos asesinaron tras torturarles a más de 1 millón y medio de personas, y esa es sólo la cifra oficial. Salimos a comer y nos quedamos en un restaurante que recomendaba la Lonely, justo al lado del hotel. Es local, pero está bastante bien, con peceras donde estaban todavía nadando los pobres peces que pronto consumirán los clientes. Comimos muy bien, aunque un poco más caro de lo habitual (15$ los dos), y después salimos a pasear.

La ciudad tiene grandes aceras, pero hay que caminar por la calle, porque las aceras están ocupadas en su casi totalidad por coches y motos aparcados. Paseando, llegamos hasta el mercado central, que ya estaba cerrando (eran las 5 y pico de la tarde) y vimos el extraordinario bullicio de la estación de autobuses que está al lado.

Como empezaba a anochecer, volvimos caminando hacia el hotel. En el camino, entramos en un ciber donde Jose vació una vez más la tarjeta de la cámara mientras yo escribía un poco en el blog. Además llamamos a España a mi mami. Los precios fueron los siguientes:
Descargar las fotos de la tarjeta y grabarlas en un cd: 4.000 rieles (1$)
1 hora de internet: 1.500 rieles (0,375$)
Llamada a España de 4 minutos: 1.600 rieles (0,4$)

Continuamos paseando, ya de noche, y entramos en un supermercado muy bien surtido donde todos los precios estaban en dólares. Compramos cervezas y algo de comida y cenamos en la habitación del hotel (los precios eran baratos, excepto una barra de pan: 2.500 rieles ó 0,625$).

Hasta mañana.

 















Miércoles 23 de agosto de 2006 (Kampong Thom - Skun - Phnom Pros - Phnom Srei - Wat Nokor - Kampong Cham)


Partimos temprano de Kampong Thom rumbo a Kampong Cham. La carretera era buena y estaba bastante animada.



Hicimos una parada en Skun para ver los puestos de tarántulas fritas. La verdad es que no olían mal, y hasta hubo algún atrevido (Fernando, quién si no) que las probó. Claro que no fue tan valiente cuando le pusieron una viva en el brazo: ¡se asustó más la tarántula que él del grito que pegó!

Proseguimos el viaje. Por el camino paramos a ver la Colina del Hombre (Phnom Pros) y la de las Mujeres (Phonm Srai). Subimos 211 escalones para ver esta última, y pudimos disfrutar de una vista muy bonita, desde arriba. En su base había una especie de parque temático, lleno de esculturas budistas muy coloristas. También había monos. Para recuperar fuerzas tomé un zumo de leechi una vez abajo. Jose no necesitó reponerse ni nada.







Nueva visita: otro templo, el Wat Nokor. Fue muy interesante porque había unos monjes que celebraban un pequeño ritual: te ponían unas tablas sobre la cabeza, del tamaño de las cartas del tarot, con unas inscripciones. Con un palito había que elegir una de ellas, señalándola sin mirar, claro, y el monje hacía una interpretación basándose en imágenes de la vida de Buda. Nuestro guía local, Prost hizo las traducciones del camboyano al inglés, y Belén del inglés al español. Participamos en el ritual Concha, Carmen de Ceuta, Maite y yo. Pilar estuvo allí pero sólo de espectadora, eso sí sonriendo plácidamente todo el rato. Fue muy interesante, y a todas nos vino bien lo que nos dijo el monje.

Llegamos a Kampong Cham antes de comer. El hotel tenía buenas vistas del río Mekong. Las habitaciones estaban bien, y medianamente limpias, pero los pasillos y escaleras eran enormes y destartalados, y estaban bastante sucios. Las señoras de la limpieza estaban durmiendo o comiendo por doquier, todo muy natural.

Salimos a comer a una especie de restaurante-hamburguesería-pub (Mekong Crossing) que estaba bastante bien, tanto el establecimiento como la comida (7,5$ los dos). Allí coincidimos con casi todo el grupo, pues estaba junto al hotel.

Antes de terminar de comer empezó a llover a cántaros; cuando aflojó, nos fuimos a pasear por la ribera del río. Por cierto lo estaban pavimentando, y, pobres, lo que habían hecho al principio ya se estaba levantando, antes de terminar. La técnica no era muy depurada.

Seguimos caminando en busca de un puente de bambú, pero no estaba, bueno sí, pero sumergido. En su lugar había un embarcadero para cruzar el río y llegar a una isla. Por lo visto, en la poca de lluvia el río crece tanto que se lo lleva por delante cada año. Cuando llega la estación seca, lo reconstruyen.

Dicho embarcadero esta bastante animado, con unos niños que utilizaban las ramas de un gran árbol a modo de trampolín, y desde allí saltaban hasta el río. Cuando Jose empezó a hacerles fotos se empeñaron más en la faena, y nos hicieron una verdadera demostración de saltos con piruetas, algunos incluso sonreían a la cámara mientras saltaban. Es curioso, siempre eran niños los que se bañaban, nunca había niñas.

Seguimos paseando y llegamos a un barrio musulman. Empezó a llover a cantaros y unas señoras amablemente nos ofrecieron unas sillas bajo un toldo. Enseguida nos rodearon montones de niños riéndose a carcajadas sólo de vernos allí. Dudamos sobre si hacerles o no fotos, ya que eran musulmanes, pero les pedimos permiso a los mayores y nos dijeron que sí, así que ¡manos a la obra! pasamos un rato estupendo, porque les encantaba verse en el visor de la cámara. Al rato, cuando amainó un poco la lluvia nos fuimos después de reirnos mucho con ellos.

Este día disfrutamos de la hospitalidad de esta gente una vez más. En la pagoda que visitamos, justo enfrente del barrio musulmán, acababa de terminar un concierto que habían dado unos niños, lástima. Pero los organizadores nos invitaron a un refresco.















Por fin dejó de llover, y nos fuimos a visitar el mercado, que nos pareció un poco sucio, también porque la lluvia lo había embarrado todo. Había varias clínicas privadas, con los enfermos acostados en las camas, con el gotero puesto, a la vista de todos, como si estuvieran en un escaparate.

También vimos a una pareja con un niño montados en una moto. Llevaban un palo en cuyo extremo colgaba un gotero, que tenía conectado el niño.

Nos encontramos una vez más, y como siempre, por casualidad, con Enrique y Carmen, y nos tomamos unas cervecitas con ellos.

Así llegó la hora de la cena, y repetimos en el mismo sitio del almuerzo, en el "Mekong Crossing". A estas alturas estábamos hartos de arroz (yo mucho más que Jose, que le gusta todo), así que este sitio era genial porque tenía"de todo".

Acordamos con el grupo adelantar la hora de salida del día siguiente, prevista en un principio para las dos de la tarde, pero como ya teníamos el pueblo prácticamente visto, decidimos salir a las 12 de la mañana.

A dormir.

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