sábado, septiembre 16, 2006

 







Sábado 26 de agosto de 2006 (Phnom Penh)

Renunciamos a la visita programada con el grupo a Takeo. Preferimos pasar la mañana en la ciudad en lugar de ver más templos.

Nos levantamos a las 8 (¡qué tarde!) y, sin embargo, en el desayuno había más surtido. Nos fuimos hasta el Mercado Ruso con Fernando y Tere compartiendo tuk-tuk. Fernando negoció el precio muy bien y pagamos 2$ entre los 4. En el mercado nos separamos de ellos. Compramos un pañuelo de seda y un tuk-tuk precioso (de adorno). Hay muchísima animación en este Mercado, tanto dentro como fuera, aunque dentro se está más fresquito porque fuera te mueres de calor.

Después de un par de horas de ver puestos y comprar algunas cosas, cogimos nosotros solos otro tuk-tuk 1,5$ que nos llevó al Mercado Central, pues estaba un poco lejos. Nos gustó más que el Ruso. El Mercado Central tiene forma de cruz, con una plaza central llena de joyerías y unos techos abovedados altísimos; por fuera está repleto de puestos en los que se vende de todo. El Mercado Ruso es rectangular, con unos pasillos estrechísimos, poca luz y un poco más agobiante. Los dos tenían precios parecidos (depende de tu habilidad para regatear).



Luego, nos fuimos andando (unos 20 minutos) hasta el río acompañados de dos niños que nos pedían insistentemente dinero; como no les dimos se cansaron y se fueron. NUNCA les damos dinero a los niños, para evitar que se conviertan en mendigos y no hagan nada por buscarse la vida con su trabajo, además si consiguen dinero, prefieren eso a ir al colegio. Una vez allí, nos tomamos una cerveza de barril (marca Angkor) en la terraza de un restaurante. Como era pronto para comer, seguimos paseando por allí.

El cielo estaba cubierto pero no llovía, además no hacía mucho calor.

Nos tomamos otra cervecita, esta vez en el FCC, que fue cuartel general de los periodistas extranjeros. Está abierto a todo el mundo y no sólo para periodistas; se inauguró en 1922 para llevar a cabo eventos culturales, reuniones de negocios y fiestas para dignatarios visitantes. Desde allí, en el primer piso y asomados a la terraza del bar había una vista bonita del río (el FCC es uno de los restaurantes más caros de la ciudad).

Comimos en un restaurante al que le habíamos echado el ojo el día anterior, yo langosta por 7,5$ y Jose, pollo con anacardos.

Seguimos paseando por la ribera del río. Rodeamos la ciudad y llegamos hasta un parque precioso, donde había numerosos niños volando sus cometas, lo que le daba un aspecto mágico.

Fuimos a un nuevo supermercado, enorme y lleno de guiris, que estaba muy bien surtido (compramos pasteles de mango), y de nuevo cenamos en casa para acabar con la comida que habíamos traido de Cádiz. En todos los viajes llevamos algunas latas de conserva por si algún día está lloviendo, o el hotel está alejado, o estamos muy cansados, o no nos gusta la comida local.

Al día siguiente nos marchamos de Camboya.

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