sábado, septiembre 16, 2006

 

Jueves 24 de agosto de 2006 (Kampong Cham - Phnom Penh)

Tras desayunar, nos fuimos a dar una vuelta hasta que llegara la hora de partir de Kampong Cham, o sea las 12. La verdad es que también nos podíamos haber marchado de allí a las 10, pero en fin, allá íbamos.

Lo más interesante de esta ciudad es ver los ca
mpos de arroz que hay en sus alrededores y contemplar la vida agraria de los nativos; para ello hay que alquilar una moto con o sin conductor o un tuk-tuk. Como de las motos no nos fiábamos, intentamos buscar un tuk-tuk pero, increiblemente, ¡no encontramos ninguno!, así que nos fuímos a pasear por la ciudad.

Fuímos caminando por la ribera del Mekong y llegamos a un poblado flotante vietnamita. A Jose le encanta fotografiar estas escenas cotidianas. Todo el mundo nos miraba, éramos los únicos occidentales por allí. Los niños, como siempre, salían corriendo hasta nosotros y nos saludaban con sus manitas todo el rato gritando el habitual "Hello"!!! y sonriendo de oreja a oreja cuando les hacíamos una foto.

Cuando íbamos por el centro, vimos venir a varios coches y a una furgoneta, con altavoces que sonaban muy alto. Parecía una campaña electoral, pero era... ¡un entierro! En la furgoneta donde iba el féretro iban también algunos familiares, muy apretados. En el coche de atrás alguien filmaba todo el entierro con una cámara de vídeo.

Hacía tantísimo calor que antes de la hora nos volvimos al hotel, encendimos el aire acondicionado y descansamos un ratito. Más fresquitos por fuera, salimos a refrescarnos por dentro, y nos tomamos una cerveza en el bar que estaba junto al hotel y, estando allí, se nos acercó un conductor de tuk-tuk para ofrecernos sus servicios (a buenas horas, mangas verdes); por cierto, en la parte trasera del tuk-tuk había escrito que hablaba inglés y francés y que estaba recomendado por la "Lonely Planet".

Al rato, se unieron a nosotros Víctor, Carmen y Pilar y, a la hora prevista, partimos rumbo a Phom Penh. Lástima, ya empezábamos a notar la sensación de que el viaje se acababa.

El paisaje por el camino estaba plagado de cocoteros y arrozales, con mucha gente trabajando en ellos.

Llegamos a Phom Penh a las 14:30 y se puso a llover, aunque escampó enseguida; el guía camboyano (muy bueno), Prust, se despide de nosotros y nos presentan al guía de Phnom Penh. Víctor nos anuncia que no podremos ir a los Killing Fields o "Campos del silencio" porque la carretera está inundada. Estos son los campos de exterminio donde los Jemeres rojos asesinaron tras torturarles a más de 1 millón y medio de personas, y esa es sólo la cifra oficial. Salimos a comer y nos quedamos en un restaurante que recomendaba la Lonely, justo al lado del hotel. Es local, pero está bastante bien, con peceras donde estaban todavía nadando los pobres peces que pronto consumirán los clientes. Comimos muy bien, aunque un poco más caro de lo habitual (15$ los dos), y después salimos a pasear.

La ciudad tiene grandes aceras, pero hay que caminar por la calle, porque las aceras están ocupadas en su casi totalidad por coches y motos aparcados. Paseando, llegamos hasta el mercado central, que ya estaba cerrando (eran las 5 y pico de la tarde) y vimos el extraordinario bullicio de la estación de autobuses que está al lado.

Como empezaba a anochecer, volvimos caminando hacia el hotel. En el camino, entramos en un ciber donde Jose vació una vez más la tarjeta de la cámara mientras yo escribía un poco en el blog. Además llamamos a España a mi mami. Los precios fueron los siguientes:
Descargar las fotos de la tarjeta y grabarlas en un cd: 4.000 rieles (1$)
1 hora de internet: 1.500 rieles (0,375$)
Llamada a España de 4 minutos: 1.600 rieles (0,4$)

Continuamos paseando, ya de noche, y entramos en un supermercado muy bien surtido donde todos los precios estaban en dólares. Compramos cervezas y algo de comida y cenamos en la habitación del hotel (los precios eran baratos, excepto una barra de pan: 2.500 rieles ó 0,625$).

Hasta mañana.

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